Dominación ideológica: pérdida de nuestras raíces, de nuestra historia  y de  la conciencia de clase.

Por Federacion Livia Videla

Por Federacion Livia Videla

Ideología, de forma simple y sencilla,  puede entenderse como un conjunto de ideas, conocimientos, creencias, religión, principios, valores etc,  que nos permiten ver, evaluar  y posicionarnos en la vida y en la realidad de una forma determinada.  Esa ideología, los seres humanos la vamos conformando desde nuestros primeros años, con  las experiencias de vida, con los diversos contenidos que nos van entregando nuestros padres, amigos, escuela, medios de comunicación, etc. Es así,  que se va conformando una  estructura de ideas, que no vemos pero están dentro de nosotros condicionando nuestro pensar y nuestro actuar.

La política, por otro lado, igualmente definida de forma simple y sencilla, podemos entenderla  como una determinada forma de planificar y llevar a cabo las acciones que nosotros creemos necesarias para alcanzar objetivos que consideramos importantes y necesarios.  Cuàl estrategia pensemos que es mejor, cuáles son los objetivos que definamos como  importantes será de acuerdo a nuestra ideología.  Ideología y política siempre están presentes en nuestra vida.

No existen seres humanos sin ideología. Todos y todas  somos seres políticos. Todos tenemos una estructura de ideas que nos orienta y dirige hacía aquello que se considera aceptable y nos aleja de aquello que encontramos indeseable y la política es el cómo lo hacemos.  

Sin embargo, la dominación ideológica del sistema capitalista y la clase  dominante empresarial, ha sido  tan exitosa que gran parte de la población continua demonizando ambos conceptos. Asi, tenemos a desvergonzados sujetos políticos  e ideológicos que nos hablan, permanentemente, a través de los medios de comunicación sobre lo negativo que es ser “ideológico” y “político. Mienten, confunden  y engañan descaradamente al pueblo, tratándonos con absoluto desprecio.

 La consecuencia es el  desclasamiento profundo de muchos trabajadores y trabajadoras, quienes mayoritariamente hoy se identifican como clase media y no como clase trabajadora,  como si pertenecer a ésta fuese denigrante. Hemos perdido nuestras  raíces,  sentido de pertenencia y, lo más grave: hoy conformamos una clase trabajadora carente de poder.  

Esta dominación de nuestra cabeza y de nuestros pies, de lo que pensamos y hacía donde caminamos,  se produce a través de varias herramientas. Una de ellas es olvidar las enseñanzas  de nuestros antepasados, la existencia de un sistema educacional  deficiente  que entrega a los estudiantes contenidos definidos por los integrantes de la clase dominante. Grandes capitalistas, Iglesia y sistema político instalan, como verdades absolutas,  creencias, ideas, prejuicios y un lenguaje que elimina aquellos conceptos  que hacen referencia a nuestra historia. Hoy hablamos de  ciudadanía y no de pueblo, de   colaboradores y no de trabajadores, de  pequeños productores y no de campesinos,  entre otros. Esto no es casualidad, es premeditado, su objetivo: eliminar nuestra conciencia y solidaridad de clase. Debilitar y dominar a la clase trabajadora.

Esta ha sido la herramienta más exitosa de la clase política, empresarial y clerical para continuar imponiendo su ideología de discriminación, de abusos, de depredación,  sobreexplotaciòn y represión. Por ello, nos continúan diciendo  que no  debemos “politizar” los temas y que, no debemos ser “ideológicos” al definir y exigir los cambios sociales que nuestra sociedad requiere urgentemente para, efectivamente, avanzar hacia una real democracia.  

Lo que no debemos olvidar es que estos poderosos tienen una   profunda conciencia de clase, que procuran, a través de diversas estrategias, mantener  viva. Tienen sus escuelas, universidades, sus barrios, sus lugares de vacaciones y organizaciones gremiales poderosas  a través de las cuáles  imponen al resto de la sociedad su ideología defendiendo con uñas y dientes sus intereses de clase.

La clase trabajadora no tiene esos espacios para reproducir y fortalecer su conciencia de clase. Lee permanentemente, los diarios de la clase empresarial  que sólo desinforman, mienten y ocultan. Accede a salas cunas, colegios y liceos con educación e infraestructura  de mala calidad y conviven en sectores donde se terminaron los colectivos, producto de la desconfianza y temor instalado y exacerbado día a día a través de los medios de comunicación. Si  a esto le agregamos un contexto cultural en donde el clasismo, el racismo y donde la pérdida de legitimidad del sistema político  es una realidad, tenemos  entonces que  la clase trabajadora tiene serios obstáculos para recuperar y fortalecer su identidad de clase.

No existen personas  neutrales, no existen personas  sin ideología. Quienes nos quieren convencer del “apoliticismo” y de la “objetividad” es porque nos quieren tener sometidos.

Por ello, una tarea imperiosa de la clase trabajadora es recuperar nuestra  identidad y conciencia de clase y sentir  orgullo por  nuestra historia de lucha  y de  nuestras raíces.

Tener presente siempre, que todas las conquistas que alguna vez logramos, significaron años de  luchas  de la clase trabajadora y criminales represiones de la clase patronal.  La clase política y empresarial  nunca nos han dado nada. Siempre hemos tenido que luchar por ello.

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